viernes, 14 de agosto de 2009

"Nosotros no necesitamos ir a clases de inglés, de todas formas nunca iremos a Inglaterra" H. Simpson

Mucho tiempo sin actualizar el blog pero es que mis vacaciones en España me han proporcionado una merecida interrupción de vida americana. Sin embargo echaba de menos a esta gente, su comida, su encanto personal...así que decidí que, una vez saciada mi hambre de jamón y cañas, era hora de emprender viaje de vuelta hacía la patria del queso de untar, mi actual lugar en el mundo, Philadelphia.

Y hete aquí que fue en mi viaje de vuelta donde me encontré con mi primera sorpresa. Tras haber perdido mí maleta más veces que vuelos he cogido (no es broma, una amiga quería hacerle una limpieza de aura), por una vez la fortuna me sonreía y sucedió algo que hasta ahora pensaba que era una leyenda urbana. Sin embargo resultó que estas cosas, al igual que lo del video de Pedro J., por increíbles que sean pasan. Debido a un fallo con mi reserva había sido "reubicado" en primera clase. Tras protestar por ello y culpar al gobierno de la situación- por qué uno ante todo es español y no pierde las buenas costumbres - accedí a ocupar mi asiento. No podré olvidar lo que allí descubrí.

Amigos, amigas, no lo duden, hay un mundo nuevo más allá de la clase turista, por eso corren esa cortina nada más despegar, por que no quieren que descubramos que existe ese mundo plagado de cocteles de champan, de cartas de vino y de menú con pato y salmón. Un lugar en el que podrán tumbarse, literalmente, para dormir y taparse con un edredón mullidito y que hasta huele bien. Un paraíso aéreo donde siempre habrá un sobrecargo dispuesto a servirle otra cervecita mientras espera a que le traigan bien calentito el segundo plato que podrá comerse en vajilla de verdad con cubiertos de verdad.

Clase Turista del mundo, únanse a la revolución que pienso comenzar y niéguense a tener que eleguir entre pasta y pollo o pollo y pasta. Renuncien a las raciones individuales servidas en bandejas de plástico para comer con cubiertos de plástico acompañado por una botella individual de vino que sabe también a plástico. Protesten por tener que taparse con un trozo de fieltro que llaman manta, paren de pegarse por el reposabrazos y de empotrarse en la bandeja de comida cada vez que el de delante decida reclinar su asiento. Alcémonos y reclamemos nuestro puesto en esa primera clase que mantienen oculta a nuestras miradas. Aunque la verdad, bien pensando, ¿de qué sirve ir en primera clase si no puedes dar envidia a esos pobrecitos de la clase turista?.

En otro orden de cosas y ante la inminente llegada de la gripe les recomiendo vean este instructivo video que descubrí en inmejorable compañía y que nos muestra de manera didáctica y comprensible como ponerse la mascarilla.



Queda un día para que comience en Florida el campeonato mundial de Yo-Yo.

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